Diciembre: reflexiones navideñas y escritoriles
Un wrap up de 2022 donde os cuento mis propósitos y os pido penitencias si no los cumplo
En diciembre de 2021 casi todas mis amigas tenían covid. Un día fuimos al cine, la siguiente semana, todas eran positivo. Menos yo. Como no tenía otra cosa que hacer, me pasé las fiestas escribiendo, enganchadísima, poseída por la novela en la que trabajaba entonces. Estaba en la segunda mitad tirando hacia la recta final, y fue tan automático y tan inmersivo que sólo me acuerdo del proceso de uno de los capítulos.
Este diciembre vuelvo a estar un poco poseída.
No hay mejor fecha que la Navidad para esas cosas.
Durante estos días he escrito (¡mucho!) y lo he disfrutado (¡muchísimo!), aunque mi posesión no ha sido tan absoluta y completa como en 2021. He hecho más cosas, además de volcar mi cuerpo y alma en la corrección de esta novela a la que, a día de hoy, 25 de diciembre (FUN FUN FUN) le quedan sólo 50 páginas que repasar. Espero y deseo de corazón tener el punto y final puesto antes del día 31. Desde aquí os pido ánimos, aunque, sí, lo confieso, después de tantos y tantos y tantos meses pensando que nunca vería el final, me da un poquitín de pena acabar.
Pero diciembre ha sido más que escribir, ha sido también el mes en el que hemos terminado Weird November, nuestro curso de literatura de terror y casas encantadas. Tuvimos la última sesión hace un par de días y se me hace raro que no nos queden textos por comentar. La experiencia ha sido maravillosa, yo he aprendido mucho y he visto muchísimas cosas en textos que creía que conocía muy bien. Pero siempre se puede encontrar algo nuevo.
Si ya después de las primeras sesiones tenía ganas de escribir sobre casas encantadas, el curso completo, el recorrido de cómo el terror se acerca a este tópico y cómo trae a las casas encantadas a nuestra realidad, me ha dado mil ganas más de escribir. Qué suerte que uno de los próximos proyectos en los que quiero trabajar para 2023 tenga sea de terror gótico y casas terribles, me alegro mucho de haber esperado para ponerme con ello porque creo que ahora estoy mucho más preparada para escribirlo.
He seguido sin leer mucho durante diciembre, pero he tenido más ganas de coger un libro que durante el resto del año, así que eso es bueno. De todas formas pensé que ya no me valía la pena recuperar el hábito durante este mes y que era mejor retomar a partir de enero. Desde aquí me comprometo y os anuncio que mi primera lectura del año va a ser Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson. Y si el en wrap-up de enero no os digo que me lo he terminado, podéis imponerme penitencia.
Este mes he tenido el impulso de presentarme a concursos y no lo he hecho. Empecé a corregir un relato que escribí hace dos años para pulirlo y enviarlo porque me gusta y encajaba en el tema; empezaron a crecerme las palabras y se me quedó corto el espacio, me estresé, lo dejé, lo releí, me estresé más y me prometí que eso también me lo guardaba para enero, aunque se me pasara la fecha del concurso.
Habrá otros, no pasa nada.
Ha sido también un mes para evaluar y reflexionar sobre cómo ha sido el año literariamente. Y ha sido increíble, de los mejores que he tenido. Como si esas navidades de 2021 poseída y escribiendo sin hacer nada más me hubieran dado el impulso para avanzar todo el año. No sólo en la escritura en sí, también en reflexionar sobre ella, hablar sobre ella, entenderla y pasar tiempo disfrutándola.
Aunque las wordcount son una manera un poco superficial de medir el progreso, este año me había propuesto escribir todos los días que pudiera y el resultado ha sido este:
En datos más elaborados, han sido dieciocho relatos, una novela corregida y otra novela escrita y revisada, sin contar a todas las cosas que se han quedado a medias, o por el camino. Creo que nunca, ni con 14 años e inventándome fanfics self-insert con los miembros de Simple Plan que nunca jamás volveré a mencionar en este Substack, había escrito tanto.
El progreso se nota; más allá de afianzar un hábito que empecé a construir en septiembre de 2020, en cómo voy definiendo mi estilo, mis temas, mis gustos, mis truquitos y mis fortalezas, en cómo voy atacando las cosas que no se me han dado bien. Hace un par de meses, cuando empecé el tercer curso de relato (que abandoné dos semanas después) una compañera que llevaba tiempo sin leerme me dijo que se notaba mucho mi progresión y yo en ese momento no sé si lo veía.
Ahora, después de una reflexión tranquila, entiendo qué me quería decir.
Como es la última entrada del año y ya os he pedido que me impongáis un castigo si no cumplo la meta de lectura, también os voy a contar mis propósitos de escritura de cara a 2023.
Así que lo que tengo pensado y quiero es esto:
Enviar la novela que estoy terminando de corregir a sitios (y encontrarle título).
Trabajar en las dos colecciones de relatos que tengo a medias.
Seguir escribiendo la novela de cifi en la que Ali y yo hemos trabajado este año.
Hacerle un repasito a esos 4 relatos que acabaron siendo tan largos que parecían novelas cortas y ver si puedo sacarlos adelante.
Escribir la novela de terror gótico rural abulense (llamada #losprimos porque los protas son primos) que lleva en mi cerebro desde 2017 y en la que no puedo dejar de pensar desde que hicimos Weird November.
Es mucho, soy consciente; no me va a dar tiempo ni a la mitad de todas estas cosas, pero, como diría Taylor Swift (a ver si creíais que iba terminar un posts sin hablar de Taylor Swift): Honey, I rose up from the dead, I do it all the time.
¿Cómo ha sido vuestro diciembre escritoril? ¿Y vuestro 2022? Cualquier cosa que queráis, podéis comentarla por aquí.
Si queréis saber cómo meteré una referencia a Taylor Swift en el próximo post, pues suscríbete y nos leemos el año que viene.
Y siempre puedes compartir este post para que todo el mundo vea que no sé hacer líneas rectas y que la gente me abuchee si no cumplo mis propósitos aquí expuestos.
¡Gracias por leer, feliz Navidad y feliz 2023!