Blake Snyder escribió ¡Salva al gato! en 2005.
En 2005, yo tenía once años, y probablemente estaba escribiendo crónicas de las historias que nos inventábamos mi prima y yo, una mezcla entre Spy Kids, Embrujadas y Buffy Cazavampiros.
Nuestros caminos no se cruzaron hasta años más tarde, cuando yo cometí el error de estudiar Comunicación Audiovisual1, y Blake Snyder estaba, tristemente, muerto. Y no recuerdo exactamente cuándo ¡Salva al gato! llegó a mis manos, si fue en una clase de guion, o en un rato muerto cuando era becaria en el servicio técnico de la biblioteca de la uni. El caso es que llegó, y fue una fórmula mágica.
El libro de Snyder es famoso por la estructura de los 15 beats y me gusta que los llame así: golpes, latidos, porque son momentos que marcan el pulso de una historia. Es una fórmula muy intuitiva y natural, que muchas veces hasta la usamos sin querer. Al fin y al cabo, Snyder no se la inventó: analizó un montón de películas, sacó los puntos en común y les puso un nombre catchy.
Seguro que te los han contado ya, pero los beats de ¡Salva al gato! son así:
Imagen de apertura. Una escena, capítulo, momento, prólogo, frase que establece el tono, estilo y expectativas de la historia.
Tema. Escondidito en el set-up, es un momento (generalmente un diálogo de un secundario al personaje protagonista) que resume el mensaje de la historia. Sutilmente. Si parpadeas te lo pierdes.
Set-up. El desarrollo de la vida del personaje protagonista Antes del Cambio™. Snyder lo divide en trabajo/casa/ocio, para que sepamos que al personaje le va mal en todas partes.
Catalizador. Hora de despegar y lanzarse de cabeza a la historia. Un momento que altera la vida del personaje de verdad y le precipita al cambio. Sin bromas, esto es en serio, no hay vuelta atrás. Abróchate el cinturón.
Debate. Dudas, arrepentimiento, preparación para nuestro Gran Viaje™, hacer la maleta, saquear el Decathlon post-apocalíptico para armarte bien contra lo que viene.
Break into 2. O romper al segundo acto. Y me gusta mucho que sea «break» porque es atravesar una barrera, entrar a otro mundo. En guion se dice que este punto de giro es un punto de no retorno. Es una decisión del personaje, pero normalmente una decisión poco informada.
Historia B. Una subtrama, sí. Introduce personajes y situaciones que ayudan al protagonista a cambiar todo eso que tan mal le iba en el set-up, propulsa el desarrollo y es el mundo del primer acto patas arriba.
Diversión y juegos. Un título que engaña, porque en muchos casos puede ser Muerte y destrucción, o Dolor y sufrimiento. Siempre lo llaman «los momentos tráiler» y es todo el desarrollo de la historia que lleva al personaje hasta…
El Punto Medio. Que es mágico. Toda la historia hasta ahora nos trae aquí, y todo lo que vendrá después, viene de aquí. Escala la tensión, aumenta el riesgo, estás en la cima de la montaña rusa y ahora oh.
Se acercan los malos. Ahora caemos. “Los malos” pueden ser los antagonistas, pero también son los miedos del personaje. ¿Todo lo que le atormentaba al principio? Aquí vuelve, y ha estado ganando músculo durante mucho tiempo.
Todo está perdido. Todo ha fallado y al personaje le toca lamerse las heridas. Snyder dice que es el mejor momento para que muera algún personaje importante (no, Extra879, no). Funciona muy bien porque, como diría Taylor Swift, ahora you’re on your own, kid.
Taylor Swift después de su “noche oscura del alma” y lista para empezar su tercer acto. Photo by Raphael Lovaski on Unsplash La noche oscura del alma. Con este precioso titulito, nos acercamos al momento de epifanía del personaje. Aquí entiende qué es lo que De Verdad™ le ha impedido cambiar y solucionar sus problemas todo este tiempo. Es el momento de coger fuerzas y…
Break into 3. O romper al tercer acto. Cogiendo impulso, el personaje toma una decisión que le lleva a otro punto de no retorno. Si es espejo del BI2, pero ahora sabiendo a lo que vamos, de frente, sin miedo y sin alternativa, pues mejor.
Final. Y como las cosas caen por su propio peso, Snyder deja el clímax, la resolución y las consecuencias para completar al gusto. Luego, si nos gusta ir pasito por pasito, especificó un final en cinco puntos que veremos en profundidad más adelante.
Imagen de cierre. Una escena, capítulo, momento, epílogo, frase que, haciendo eco a la imagen del principio, resume el viaje que hemos hecho con la historia y nos deja con una sensación. Las perdices que comieron. O los cuervos que picotearon los cadáveres.
Ya sabes.
Yo no soy nada de planificar.
De hecho, de la experiencia de escribir un guion en la carrera salí escaldada. Tener que hacer resumen y tratamiento y escaleta y no sé qué, sólo me quitaba las ganas de escribir. Cuando tocaba hacer el guion “de verdad” ya me había aburrido.
No volví a intentarlo.
Me gusta que la historia me lleve donde ella quiere y no voy con estos quince puntos claros a la hora de escribir. No hace falta. Porque son desvíos que casi, casi siempre salen de forma orgánica. Me gusta tener en mente un par (el punto medio, el todo está perdido, por ejemplo) para saber en qué dirección voy. Siempre está bien reconocer las señales cuando te las encuentras por el camino. También se pueden aplicar después, al corregir, para terminar de darle gancho, potencia o fluidez a la historia si algún beat se ha desplazado.
Y esto, ¿funciona siempre?
Depende.
Antes, intentaba usarlo en relatos, pero es una estructura demasiado detallada y lo que salían eran novelas resumidas en 1000 palabras. Hay puntos que sobran, dependiendo de la longitud de lo que escribamos. O que faltan, porque si estás en una pentalogía, necesitarás una macroestructura y unas cuantas microestructuras para saber volver a encontrarte cuando te pierdas por el camino2.

¿Y no se vuelve demasiado formulado?
No, porque una novela no es un guion. Y tienes mucha más libertad que en una película de Hollywood para emborronar los límites. Tú controlas la velocidad, puedes permitirte el juego, y el desorden, y los rodeos, y las mezclas. Es lo bueno que tiene la escritura, deja mucho más espacio en los márgenes.
El pulso de la historia que escribas puede ser íntimo o explosivo, cada beat tendrá la intensidad que requiera el tono, el corazón de lo que escribimos. Podemos desmenuzar cada paso, poquito a poco, para entender bien cómo funcionan, de dónde vienen y cómo de orgánico es que aparezcan en la historia en su momento, por qué le vienen bien.
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Una estructura es útil para construir una historia, apoyarse en ella es bueno.
Pero, al final, siempre puedes pintar las paredes como quieras.
Hay un montón de formas diferentes de estructurar una historia, si tienes alguna favorita, puedes contarla por aquí. Si estás en contra de la estructura, también puedes contarlo. No te juzgaré mucho. O puedes comentar lo bonito que es mi gato3 (fuerte e independiente), o cómo te va escribiendo, o cuál es tu canción favorita de Midnights (la mía es Maroon).
Si te ha gustado este resumen rapidísimo de ¡Salva la gato!, lo puedes compartir:
Y si te quieres apuntar a un curso muy guay de análisis y escritura de terror, porque las escaletas te dan el mismo pánico que a mí, tenemos uno en Summer Tea que empieza el 20 de noviembre. Y además el instagram nos está quedando precioso, así que vente.
es broma, no fue un error, ¡conocí ¡Salva al gato!, valió la pena!
Y nos gusta perdernos.
¡Se llama Mariano!