Procesos de escritura: «La capillita del pantano»
En el que cuento cómo escribí un relato de terror rural a lo largo del espacio-tiempo
Este año me puse como propósito escritoril presentarme a cosas. Mandar relatos. Mandar novelas. A todo lo que me diera tiempo. No es un propósito novedoso, el año pasado ya lo intenté, pero por circunstancias de la vida, o falta de impulso, o porque simplemente no era el momento astrológico adecuado1, resultó que no llegué a casi ninguna y fue todo un poco catástrofe.
Esta es la tercera entrada del mes2, así que en teoría os traería un relato. En vez de eso, voy a aprovechar que tenemos el número tres de la Revista Pulporama recientito y todavía enfriándose (y aquí lo podéis descargar) para contaros cómo fue la escritura de “La capillita del pantano”, el relato que me seleccionaron para la convocatoria de terror rural. Me hizo muy feliz, porque terror y rural son dos de mis palabras favoritas y más cuando van juntas.
“La capillita del pantano” es un relato sobre dos chicos en un campamento católico, un verano sofocante y algo más allá de las aguas pantanosas que poco a poco está comiéndose los cimientos de la capilla. Escribirlo (la versión de 2023) me llevó una semana y, aunque sabía más o menos hacia dónde iba a sumergirse, el final me vino como una epifanía mientras lo estaba escribiendo. Fue uno de esos momentos mágicos en los que resulta que los personajes saben más de lo que sabes tú y ellos te cuentan cómo fueron las cosas de verdad.
Lo único que tienes que hacer es quitarte de en medio.

Pero, en realidad, empecé este relato en diciembre de 2021. Fue otra propuesta para el curso de Relato Avanzado en la Escuela de Escritores. Esta, en concreto, era la número seis3 y el tema iba sobre descripciones y sinestesias. Acabo de buscarlo ahora mismo porque no me acordaba. Como podéis imaginar, no lo terminé.
Hubo varias razones:
1) Los relatos del curso eran de aproximadamente 1000 palabras. Yo siempre hacía alrededor de 1300 o 1500 porque no sé contenerme y porque a la profesora no le importaba que nos pasáramos, pero sabía que este me pedía más.
2) Estaba obsesionada escribiendo Quebrantahuesos.
3) Como estaba en un momento oscuro de la novela, creía que necesitaba darle a este relato un final esperanzador, o positivo, o algo así, y no sabía cómo hacerlo.4
4) También estaba perdida sobre dónde era el momento perfecto para empezar.
5) Me entraba angustia existencial si cuando abría un documento de Scrivener no era el de Quebrantahuesos.
Así que no presenté relato esa semana. Tampoco lo había presentado la semana anterior, y el de la anterior me había costado horrores, y el de la anterior no me gustaba, y así. Estaba en una racha un poco extraña y pensando si desapuntarme del curso o no, pero en este relato me quedé pensando bastante después de no entregarlo.
En esta época, además, acababa de leerme Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez, un libro que ha influenciado muchísimo mi escritura desde ese diciembre. Este, creo, fue el primer relato que escribí (“escribí”) después de haberla leído y se nota. Lo considero el inicio de una temática recurrente en mis relatos del resto de 2022.
La primera versión del relato tenía un inicio marco, con el narrador en el presente viendo x cosas que le hacían pensar en aquel campamento y aquel verano. La x cosa en cuestión era una estatua de Lucifer revestida de espumillón que había en un bar, y lo gracioso de esta estatua es que estaba de verdad en un bar de Madrid al que fui una vez, y que luego cerró.
Este principio no funcionaba y yo lo sabía, aunque dejé el relato sin terminar. Pero la imagen de esta estatua me gustaba mucho, así que la reciclé y la utilicé para reinventar otro principio que tampoco me gustaba, es decir, el principio de los zombis. Ahí, la verdad, la estatua quedaba perfecta, así que me dije por un tiempo que ya había rescatado de ese relato sin terminar todo lo que podía rescatarse y seguí con mi vida.
Pero volvía a pensar en él.
Cuando acabamos Relato Avanzado mi plan fue apuntarme a Relato Tutorial, un curso en el que supuestamente5 iban a guiarnos para confeccionar nuestra propia colección de relatos. Así que antes de que empezara este curso, en octubre, hice un repasito a todo lo que había escrito en los dos años anteriores y me releí lo que tenía de esta historia que, en ese momento, ni tenía título ni tenía final. Había muchas cosas que me gustaban de ella: las imágenes de la iglesia, los angelitos sucios de barro (esta fue la semilla original del relato), Pablo, la voz del narrador, el ambiente sofocante de mosquitos, verano y fango.
Con la distancia adecuada supe que no tenía por qué darle a esta historia un final agradable, de hecho, pedía lo contrario. Así que lo que hice fue apuntarla en una lista junto a otros once relatos para una posible colección en la que trabajar durante el curso de Relato Tutorial.
Lo que pasó en Relato Tutorial fue que me desapunté en la semana dos, así que todo eso se quedó sin trabajar y en pausa, hasta que, alineación cósmica, Pulporama sacó la convocatoria perfecta para animarme a retomar el relato y cumplir mi propósito de presentarme a todo lo posible.
Así que igual “La capillita del pantano” no acaba bien, pero mi historia con ella sí, y además de eso estoy súper contenta con el currazo de edición y maquetación que han hecho con la revista. Ha quedado estupenda.
Moralejas varias de la experiencia: No mandes ningún documento a la papelera. Relee tus cosas viejas y déjate sorprender. Deja que todo macere el tiempo que necesite. Espera a la conjunción astral necesaria (es decir, a que se abra una convocatoria perfecta). Ve con confianza en eso que te gusta y déjalo ser.
Lo mejor de escribir es cuando las historias te sorprenden.
Si te ha gustado este post, pues espero que también te guste el relato, si lo lees, y toda la revista. Yo aún no he tenido tiempo de leerla entera, pero tengo muchas ganas de ver qué han escrito los demás, porque este es mi género favorito, así que comparte la entrada para que más gente sepa que existe y se descarguen la revista.
Si estás celebrando el pri(demon)th, como yo, puedes suscribirte para festejar en compañía, que para eso está el verano.
Y también puedes dejar un comentario sobre presentarse a convocatorias, o sobre campamentos de verano, o sobre cuánto de útiles son los tableros de Pinterest o no a la hora de escribir. O sobre lo que te apetezca, en realidad.
Yo me despido feliz porque por fin hace el calor sofocante que más me gusta y más me anima a escribir, ¡nos leemos!
Por cierto, Saturno está retrógrado en Piscis desde ayer, así que lo siento mucho si (como yo) eres Piscis, pero parece ser que todo nos va a ir mal el resto del año. ¡Alegría!
¿Qué haces, junio?
Lo más gracioso es que “En la carnicería”, el relato que tengo en Orgullo Zombi 2, también fue la propuesta número 6 en el curso de Relato Breve y tampoco lo terminé a tiempo. Así que mi lotería irá toda al 6, supongo.
Descubrí, con los cursos de relato, que a veces me costaban los finales por querer forzarlos a a acabar “bien”. Pero esta necesidad se me pasó cuando terminé la novela.
Spoiler: no