A todas, todes y todos nos ha pasado alguna vez eso de estar trabajando arduamente1 en nuestro manuscrito del momento y entonces, ¡bang!, de la nada y con el poder del cántico de una sirena escondida entre los peñascos de nuestras costas mentales llega una nueva idea: mejor, más brillante, más profunda, más cautivadora que la anterior.
Cuenta la leyenda que suele llegar cuando estás trabajando en la primera mitad del segundo acto de tu proyecto actual2, a veces de sopetón y enterita, a veces sólo como un inicio sugerente que te deja pensando “¿y si…?” durante las veinticuatro horas del día. La cuestión es que llega, siempre cuando estás a otra cosa, irrefrenable y ansiosa, y no te deja ni dormir. Tal vez te saque del mood porque estás escribiendo terror rural y ahora tienes una idea de fantasía épica con ambientación barroca3. Tal vez haga que tu manuscrito actual te parezca insulso y poco creativo. La cuestión es, ¿qué hacemos ahora?
Como con todo en la escritura, no hay respuestas correctas, porque en realidad estás aquí para hacer lo que te dé la gana con tu procesador de texto y el que manda eres tú4, a no ser que tengas un compromiso editorial, que entonces mandas menos. Sin embargo, nos han dicho por ahí que lo correcto es perseverar y ser constante, ignorar las distracciones y centrarnos en terminar una cosa, y luego ya veremos si empezamos la siguiente.
Esto está bien, a veces. Porque a veces estas nuevas ideas nacen como una forma de procrastinación y una resistencia a acabar las cosas. Es un poco como la Cara A del bloqueo, cuando parece que vas demasiado en serio con el proyecto que estás escribiendo, vienen mil ideas nuevas al sabotaje no vaya a ser que llegues al final y tengas que enfrentarte a tu manuscrito completo.
¿Pero de verdad que lo mejor que puedes hacer cuando viene una idea nueva a seducirte es taparte los oídos y atarte la mástil de tu manuscrito actual?
Yo creo que es necesario aprender a terminar cosas, aprender a llegar hasta el final y vencer a esa resistencia; pero no creo que sea menos necesario que eso el dejarse llevar y dejar que te guíe la intuición que es, al final, una de las mejores herramientas con las que contamos las personas que escribimos.
A veces, cuando nos viene esa idea nueva que amenaza con hacernos naufragar, lo que pasa es que hemos encontrado una voz, y no es la voz que necesita el proyecto actual, es otra. La voz de la historia es lo más importante que tiene, es algo así como su ritmo cardíaco, y yo creo que sin ella es casi imposible escribir una historia. Esta voz la oímos, en ocasiones, y en otras ocasiones se nos escapa. Puede que la volvamos a encontrar, o puede que no. Así que mi posición ante este tema es que, si oyes cantos de sirena, síguelos.
En noviembre de 2021 estaba terminando lo que yo creía que sería el borrador definitivo5 de mis zombis y empezando el segundo curso de relato. Entonces, escuché cantos de sirena, y normalmente me hubiera dicho no, no, termina lo que estás haciendo y luego ya te pondrás con esto, pero esta vez cambié de opinión. La idea de la novela que empecé a escribir llevaba dándome vueltas un par de meses, sí, pero no había escuchado su voz con tanta claridad hasta entonces.
Así que me puse a escribirla, y fue el proceso creativo más bonito que he tenido nunca.
No siempre van a ser así las cosas, por supuesto, y escuchar la voz de una historia en un momento no quiere decir que todo vaya a salir solo. Ursula K. LeGuin comentaba que una vez escribió algo que sólo podía escribir cuando se sentía a lomos de un dragón, y que si no se sentía así se caía de la historia y se quedaba con la página en blanco. Además, nunca sabes cuánto va a dar de sí una idea hasta que te pones con ella. Puede que sigas el cántico de la sirena y al final sea sólo un cangrejo, o puede que te encuentres un barco fantasma lleno de tesoros misteriosos.
Con esto no quiero decir que abandones todos tus proyectos y te lances ante la primera cosa que se te ocurra, para nada. Gestionar varios proyectos largos al mismo tiempo es difícil y, seamos sinceros, al final siempre hay uno que gana. Yo seguí en el curso de relato cuando me dejé poseer por el cántico de aquella novela en 2021, pero me costó dios y ayuda terminar cada uno de los relatos que me impedían trabajar en el otro manuscrito. Algunos, de hecho, los dejé sin terminar y los he terminado este año. Y mira tú por donde que luego el relato en cuestión salió seleccionado en una convocatoria.
Con esto lo que quiero decir es que explores. Si tienes una idea, juega con ella, apunta lo que se te ocurra, prueba las voces de los personajes, intenta escribir un relato, mira a ver qué pasa. A veces, se quedará en relato y fin: habrá dejado de molestarte y tendrás otra cosa hecha. A veces te pedirá que la escribas ya, ¿y quién eres tú para negarte? Sólo la persona que teclea.
A veces es necesario saltar de historia en historia, y a veces así funciona mejor, a veces te dejas poseer y todo viene solo, a veces cuesta. Cada proceso es distinto y ya bastantes trabas pone la vida, no hace falta que nos pongamos más. Confiar en nuestro proceso y en nuestra intuición es, al final, lo que hará que sigamos creciendo como escritores.
Si esta es la señal que necesitabas para lanzarte a escribir esa idea que te ronda la mente y que estás aplazando porque no toca, comparte este post, y escribe, que seugro que es divertido.
Si has visto la peli nueva de La Sirenita y te parece que está muy bien, a pesar de Flounder, puedes comentarlo para que revaloricemos un poco a nuestro manuscrito destronado, pobrecito.
Y si también quieres confiar en tu intuición y mandar al fondo del océano a los plazos y la productividad de vez en cuento, suscríbete y luego déjate poseer por esa idea nueva.
Además, os comento que ya salió el número 3 de Pulporama, en el que podéis encontrar un relato mío, “La capillita del pantano”, por si os apetece leer algo summery, gay, pantanoso y creepy. Además, la edición de la revista ha quedado preciosa y tiene la friolera de más de 250 páginas. Una locura. Podéis descargarla gratis aquí.
Para todo lo demás, Mastercard.
¡Nos vemos!
Siempre trabajamos arduamente, ¿verdad?
En teoría, esa es la parte en la que el “subidón” de estar escribiendo una idea nueva se gasta y empiezas a dudar de si es tu amor verdadero.
Oops, I did it again.
Es decir, quien manda es la entidad cósmica que toma control de tu cuerpo cuando te pones a escribir.
Jaja.