En abril, borradores mil
La tensión romántica entre yo diciendo que voy a escribir una novelita y esa novelita teniendo (potencialmente) el tamaño de It.
Me gusta abril porque es un mes que suena bonito, y porque soy una persona de verano1; aunque técnicamente abril es plena primavera, yo lo veo como el inicio del periodo veraniego: sacamos los vestiditos del armario, vuelve a abrir la heladería del barrio2, todo está lleno de flores y polen y alergia, hace sol, a las ocho es de día y te regalen o no algo por Sant Jordi, da igual porque te encanta la leyenda y se la cuentas a todo el que te escuche.
Abril se siente un poco así:
Así, tal y como se abre una flor, pensé yo que iba a ser mi proceso de escritura de la novelita nueva, la historia de #losprimos. Spoiler alert: ha sido más bien como plantar semillas de lo que te han dicho que son tomates y que te salgan sandías3. En otras palabras, empecé con la idea de hacer capítulos más o menos cortos y que fueran más o menos muchos, llegué hasta el segundo y descubrí que eran capítulos más o más largos. Muy largos.
Así que me paré a reflexionar y volví atrás y le recorté palabras y llegué al tercer capítulo.
Seguían siendo muy largos.
Y volví a atrás y reflexioné y empecé de nuevo.
Y reflexioné y volví a volver atrás y empecé otra vez.
Y tuve una conversación súper interesante con Isma sobre demonología y me inspiré y volví atrás y cambié un poquito el principio y reflexioné y volví a empezar.
En resumen, un ciclo de tres capítulos en una novela que va (irá, cuando avance) de ciclos, cosa bastante graciosa.
El proceso está siendo un poco frustrante, pero no estoy preocupada. Escribir una novela nueva es difícil y todos los inicios que he tenido en las que llevo (y los casi 100 relatos) ha sido diferente e incomparable, porque cada novela tiene sus propios engranajes y hay que aprender a escucharlos bien. Algunas nacen listas para echar a correr por la carretera, otras tienen que morir y resucitar, ningún proceso es el mismo y es normal que las piezas tarden en encajar.
En todas mis reflexiones y vueltas a empezar he llegado a varias conclusiones sobre por qué esta novela (que tengo taaaaan clara en mi mente) me está costando: porque no me salía de la voz, porque no le estaba respetando el ritmo, porque sé tantas cosas de ella que me cuesta dosificar y no aglutinarlas todas en el primer capítulo, porque la parte que tengo más clara es de la mitad al final y el principio es un poco hacer equilibrismos, porque estoy overthinking en vez de tirar para delante y a ver qué encuentro.
Sé que eso de volver atrás y corregir es una práctica poco recomendada entre los maestros de la escritura, tengo que decir que a mí me funciona. O me ha funcionado (con los zombis), la otra novela (no-zombis, niños con poderes) era un poco no mires atrás y sigue corriendo. En esta, tengo la sensación de que es necesario, hasta que encuentre ese click que se que acabaré encontrando. Sé que cuando sienta que está bien seré capaz de avanzar y avanzar e indagar y bajar más hondo. De momento, ayer la volví a empezar, y hoy quién sabe.
En abril, también un poco lecturas mil, aunque todas concentradas en la segunda mitad del mes. No sé qué tengo en contra de leer a principios de mes, pero es una situación recurrente.
El caso es que este mes me he terminado Night Shift de Stephen King que me arrepiento de no haber leído antes porque Children of the Corn es literalmente lo mejor que he leído este año. Cada detalle en el relato es extremadamente unsettling y tiene todas las cosas que me gusta: imagen religiosa en plan chungo, niños que parece que dan miedo, pero luego hay algo detrás que da más miedo, descripciones escalofriantes como un soplo de viento en el campo de maíz. El resto de relatos están bien, hay un par de ellos que son también muy, muy buenos, aunque comparándolos con este pierden fuerza. Un poco.
También me terminé Greywaren que cierra para siempre jamás el ciclo de The Raven Cycle con una sensación un poco agridulce. El libro está muy bien escrito, la trama es guay y más o menos funciona, pero personalmente creo que se nota que a la pobre Maggie Stiefvater le han arrancado de cuajo el gusto por la saga (los fans son #UnaCosa) y que lo que quería era acabarlo ya y quitárselo de la cabeza para siempre. Triste por ese lado, por otro lado me dieron muchas ganas de releerme la saga original pronto.
También me leí The Taking of Jake Livingston uno de los libros que Yu me regaló en nuestro intercambio de febrero. Iba con muchas ganas de leerlo porque tenía una portada muy chula y el tema parecía interesante. Por desgracia, me he encontrado con un libro bastante mal escrito, con una narración muy pobre, un desarrollo de personaje cuestionable y mucha torpeza tratando temas muy serios que aparecen en el último tercio del libro porque sí y se resuelven dos capítulos después porque sí también.
Y por fin (¡por fin!) me leí Contar es escuchar de Ursula K. Leguin. Aunque muchos de los ensayos en el libro son densitos y no particularmente interesantes desde el punto de vista de técnica de escritura, todos ellos son fantásticos y ella es la mejor persona del mundo. Aparte de temas sobre prosa, ritmo y procesos de escritura (que han resonado mucho mientras reflexionaba y re-empezaba la novelita), me quedo con lo mucho que el libro la transmite a ella. De todos los libros de escritura que he leído este año, que son cuatro porque voy con uno al mes, este ha sido el único en el que me he sentido cerca de la autora. Creo que ella se deja ver mucho y lo que transmite es fantástico y, bueno, que me sumo al club de fans.
Tengo empezados The Dead Zone, que voy casi por la mitad, y Babel, que voy casi por la primera página.
Aparte de eso, he retomado (más o menos) mi diario de lecturas, pero en formato digital (¡gracias Notion!) porque echaba de menos analizar y desgranar los detalles de las cosas que leo que me gustan mucho.4 Y también he abandonado casi por completo mis redes sociales, porque le único que me daban era ansiedad.
Además de los ademases, Ali y yo pedimos una comission para que nos dibujen a un par de personajes de #SpaceGirls, que por cierto me toca a mí revisar su capítulo y escribir el siguiente, cosa que no he hecho porque he estado en el otro bucle. Te pido perdón desde aquí, Ali, pronto me pondré, ¡lo juro!
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Y si crees que mi approach para escribir esta novela es totalmente equivocado y que debería dejar de reescribir el primer capítulo 284 veces de una santa vez, grítamelo en los comentarios.
Y eso es todo por ahora, ¡nos leemos en mayo!
Y en el 80% de lo que escribo es siempre verano.
A la que ya no voy porque resultaron ser racistas, la mayor decepción de mi vida.
Aunque las sandías se mencionan en el capítulo dos de la novela, no son relevantes para la trama excepto porque el ship name de las protagonistas es #sandía
Y la primera entrada que hice la borré sin querer, así que igual pasarse al digital no es tan súper buena idea.