Qué aprendí sobre escribir llevando un diario de lecturas
*Post no patrocinado por las tiendas washitape de Aliexpress*
Nos sabemos la lección: para aprender a escribir, hay que leer. Mucho y de todo y detenidamente; disfrutándolo, sí, pero también fijándote en los giros y los trucos y las trampitas. Leer con ojos de escritor puede hacer que no disfrutes igual un libro que podría haberte gustado si fueras un lector más pasivo, aunque también puede hacer que ahí donde encuentras oro te deslumbres más todavía, y escarbes y escarbes para ver de dónde sale tanto brillo.
En definitiva, lees para explorar y descubrirte qué caminos podrían funcionarte, y para aprenderte bien estos atajos no hay nada mejor que dejarlos apuntados. Ahí está la magia de los diarios de lectura, o reading journal, como preferimos llamarlos las adictas al washitape y las pegatinas de Aliexpress.
Alguna vez ya he comentado cómo de útil me fue mi diario de lecturas de 20211, y mis fracasos por retomar el hábito en 2022 y en este 2023 gracias a Notion2, pero hoy me gustaría profundizar un poquito más en qué cosas en concreto me aportó esta práctica y por qué creo que es un ejercicio que todo escritor debería probar alguna vez, a ver qué surge.
Es más interesante descubrir por qué te gusta algo que el simple hecho de que te guste. Decía Ray Bradbury que es mucho más fácil descuartizar y destripar un relato/libro/historia que no te haya gustado y encontrarle los porqués, pero cuando estamos ante algo que nos encanta se vuelve una tarea muy difícil. Nos quedamos fascinados por su maestría o por lo mucho que resuena con nosotros esta historia y, si alguien nos pregunta, sólo podemos decir: «Léela» y fin.
Sin embargo, una vez te paras y analizas parte por parte qué hace tan maravilloso a ese libro, vas a darte cuenta de que existen ciertos patrones, o ciertos giros en el lenguaje, o ciertas construcciones que funcionan y que son efectivos cada vez que los lees. Descubierto el truco de espejos, tienes el poder de practicar en tu propia casa para colocarlos y conseguir ese mismo efecto, y para hacer esto debes prestar atención y desgranar bien todos los detalles.
Muchas de mis entradas en el reading journal empezaban así: «No sé qué tiene este libro, pero me encanta», y terminaba comprendiéndolo después de analizar sus partes, o de copiar unas cuantas de las frases que más me habían gustado. Ahí mismo estaba escondido el secreto.
El peor libro que hayas leído este año tiene miles de cosas que enseñarte. Sé que hay mucha gente a favor de abandonar las lecturas que no te enganchan, o no te gustan, o que directamente aborreces. Yo nunca he sido ese tipo de persona, pero lo soy menos aún desde que descubrí la magia de desmenuzar un mal libro y ver qué es lo que tiene de malo, y también qué tiene de bueno.
No es poco frecuente que los escritores se inspiren leyendo libros que han odiado para escribir sus propias historias, Stephen King lo hacía, así que todos tenemos permiso. Más allá de ver, como en el punto anterior, cuáles son los caminos y las construcciones que para ti no funcionan, siempre te va a quedar ese algo del libro que menos te ha gustado que sí te parece interesante. Tal vez un personaje que ha quedado mal desarrollado, tal vez una temática que podría haber brillado más, tal vez una subtramas, o una única frase.
Plántala como una semilla en tu diario de lecturas y vuelve a ella de vez en cuando, si no sabes qué escribir. Y ahí, bien sembradita entre muchas historias buenas, tal vez florezca en algo que te sorprenda hasta a ti.
Más allá de lo objetivamente bueno y de lo objetivamente malo, aprendes mucho sobre tus gustos: temáticas, personajes, puntos de vista, formas de narrar… Al principio, la colección de lecturas no parece nada más que eso, un sitio donde anotas qué libros lees y qué destacas de ello, luego empiezas a encontrar tus propias huellas en las cosas que apuntas.
Una vez ves el patrón, es más fácil buscarlo en otras lecturas, y también desenterrarlo y sacarlo a la luz en lo que vayas escribiendo. Ser consciente de tus propios gustos e intereses en cuanto a temática y estilo te da más seguridad a la hora de escribir, hace que escuches mejor cada historia y te da, también, la libertad de abordar todo eso que te gusta desde frentes distintos, para experimentar más y mejor.
Las ideas se imantan entre sí, y darle vueltas a una historia, y a todos sus detalles, buenos y malos, al final atraerá a muchas más. No sólo eso, es la mezcla de todo lo que has leído a lo largo del tiempo: cuando paras un momento y echas la vista atrás, leyendo todo lo que has ido apuntando en ese cuaderno, puedes encontrar cientos de disparadores de creatividad al recordar elementos destacados de historias que no tienen mucho que ver en principio.
Lo mejor es que todo eso, almacenado ahí de manera indefinida, va a servirte para siempre. Cada vez que necesites inventarte un cuento nuevo, buscar una nueva historia, o un personaje distinto, puedes repasar el diario de lectura y releer aquello que en su momento te fascinó en busca de una chispa interesante.
Y funciona todas las veces.

Mejora infinitamente tu escucha de las historias. Con esto no me refiero a que las entiendas mejor (también), o a que puedas exprimir mejor sus recursos (también). Me refiero a que aprendes a manejar, entender y asimilar el tono y la voz particular que cada escrito necesita para transmitir lo que pretende transmitir.
Son detalles muy frágiles, y muchas veces son capaces de llevar a una historia ellos solitos. Romperlos puede desbaratarlo todo, por eso es importante oírlos bien y aprender a sintonizar qué melodía lleva cada historia.
Una lectura superficial nos acercará a ello, sí, y lo oiremos mientras nos dejamos llevar por el libro. Pero si nos paramos y de verdad lo escuchamos y anotamos qué nos hace sentir y adónde nos lleva, con el tiempo nos será mucho más fácil crear nuestra propia canción y hacerlo siendo conscientes de por qué y de cómo queremos esa voz.
Llevar un diario de lecturas necesita tiempo, sí, sobre todo si quieres entretenerte con decoraciones y dibujos y parafernalia, todas esas cosas que vuelven agradable el proceso mismo de registrar tus reflexiones. Muchas veces no tenemos ni tiempo para leer, ¿de dónde vamos a sacar las horas para llevar el diario?
La respuesta es que no lo sé, pero que me gustaría volver a encontrarlas y repetir el proceso que me enseñó tanto.
Sí, para aprender a escribir, hay que leer, pero también hay que pensar y entender y buscar y explorar, y cuando más excaves, más posible es que descubras dónde se esconden los diamantes.
Si te ha gustado este post, o también eres adicta a las washitapes de Aliexpress, no te cortes y compártelo por ahí a ver si nos hacen una promo para seguir haciendo diarios de lecturas bien bonitos de los que sacar ideas y aprender a plagiar a Stephen King de los mejores.
También puedes comentar si lo has probado alguna vez y te sirve, o si no, o si prefieres otras maneras de apuntar lo que más te gusta de tus lecturas favoritas y anti-favoritas para procesarlo luego en tu escritura, o si has conseguido entradas para ver a Taylor Swift3, pues también puedes decirlo.
O te puedes suscribir para saber si ahora que me queda sólo una semana de trabajo y antes de empezar el máster retomo el hábito del reading journal, o no.
¡Gracias por leer y nos vemos prontito!
Un año en el que es verdad que me volví un poco cucu de la cabeza.
Si ha fracasado es porque no hay washitape.
¡Yo voy a Lisboa!